RESUMEN:
Las sustancias químicas liberadas por los neumáticos de los coches podrían llegar a nuestras verduras a través de los lodos de depuradora y las aguas residuales
Se calcula que cada coche pierde aproximadamente un kilogramo de desgaste de neumáticos. El caucho natural y sintético de los neumáticos está en constante rozamiento con la carretera, y toda esa goma perdida se queda expuesta a los elementos en forma de micropartículas.
Los microplásticos pueden entrar en el medio ambiente de muchas maneras. La más alarmante son las botellas de plástico desechadas que flotan en ríos y océanos, así como las fibras desprendidas de prendas sintéticas durante el proceso de lavado que se van por el desagüe. Si embargo, los neumáticos de los coches son una de las fuentes de microplásticos más importantes. Las partículas de la carretera son arrastradas por el viento y la lluvia, y termina en los ríos y plantas de tratamiento de aguas residuales.
Los investigadores de la Universidad de Viena han estudiado si las sustancias químicas liberadas por los neumáticos llegan a las plantas de lechuga y si, en última instancia, podrían acabar en nuestros platos. Según sus análisis, publicados en la revista Environmental Science & Technology, las lechuga absorbió todos los compuestos químicos examinados, algunos de los cuales eran tóxicos. Sin embargo, las investigaciones se realizaron en condiciones de laboratorio y no sobre el terreno.
La mitad de los microplásticos que existen en el mundo proceden de la abrasión de los neumáticos de los automóviles.
«Las partículas de abrasión de los neumáticos contienen una serie de sustancias químicas orgánicas, algunas de las cuales son muy tóxicas», explica Anya Sherman, del Centro de Microbiología y Ciencia de Sistemas Medioambientales y coprimera autora del estudio. La abrasión, al igual que otros tipos de microplásticos, contiene aditivos que supuestamente aportan ciertas propiedades, como una mayor durabilidad. Para sus estudios, los investigadores añadieron cinco sustancias químicas a las soluciones nutritivas de las plantas de lechuga. Cuatro de estas sustancias químicas se utilizan en la producción de neumáticos. La quinta sustancia química utilizada en el estudio, la 6PPD-quinona, es un producto de transformación de una de estas cuatro sustancias químicas que se forma cuando los neumáticos están en uso. Se ha demostrado que es tóxico y se ha relacionado, por ejemplo, con la muerte masiva de salmones en Estados Unidos.
«Nuestras mediciones mostraron que las plantas de lechuga tomaron todos los compuestos que estudiamos a través de las raíces, los translocaron a las hojas de lechuga y los acumularon allí», dice Anya Sherman. Esto también era evidente cuando las plantas de lechuga no estaban expuestas a los productos químicos directamente, sino indirectamente a través de los gránulos de neumático.
La mitad de los microplásticos que existen en el mundo proceden de la abrasión de los neumáticos de los automóviles. Utilizando métodos de espectrometría de masas de alta resolución, los investigadores no sólo midieron hasta qué punto las sustancias químicas previamente definidas acabaron en las plantas de lechuga. También identificaron las sustancias a las que se metabolizaban en la planta de lechuga: «Las plantas procesaron las sustancias y en el proceso también produjeron compuestos que no se habían descrito antes. Como no conocemos la toxicidad de estos metabolitos, suponen un peligro para la salud que no se puede evaluar», afirma Thorsten Hüffer, que también participó en el estudio. Los metabolitos identificados son bastante estables en la planta. Lo más probable es que se conservaran hasta llegar al plato de comida. «En el cuerpo humano, sin embargo, estos compuestos se degradan muy fácilmente. Por tanto, si alguien come una ensalada contaminada, las sustancias químicas originales podrían volver a liberarse en el organismo», explica Anya Sherman.
En un estudio reciente publicado también en Environmental Science & Technology, el equipo analizó durante cuánto tiempo los microplásticos liberan contaminantes en las masas de agua. Se centraron en los ftalatos, aditivos que se utilizan principalmente en la producción de PVC. Los análisis mostraron que los microplásticos de PVC estudiados pueden liberar ftalatos en los sistemas acuáticos -por ejemplo, ríos, lagos o aguas subterráneas- durante más de 500 años. Otro equipo de investigación de Nueva Zelanda demostró la cantidad de microplástico que puede haber en el aire: Determinaron que cada año llegan a la ciudad de Auckland unas 74 toneladas de microplásticos procedentes de la atmósfera. Esto equivale a más de tres millones de botellas de plástico.
ENLACES:
https://quo.eldiario.es/naturaleza/q2301490996/asi-terminan-los-restos-de-neumatico-en-tu-ensalada/
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