RESUMEN:
La tundra, las tierras heladas cerca del círculo polar ártico, están en peligro de desaparecer, y con ellas un enorme sumidero de carbono del planeta
La tundra es un ecosistema muy especial. Especialmente en las zonas más frías del norte de Rusia y Canadá, las bajas temperaturas hacen imposible que crezcan los árboles. La palabra tundra procede de la palabra Kildin Sámi тӯндар (tūndâr) que significa «tierras altas» o «extensión montañosa sin árboles». La tundra siberiana, la más conocida y extensa, está en peligro de desaparecer debido al calentamiento global, con graves consecuencias.
La vegetación de la tundra se compone de arbustos enanos, juncos, hierbas, musgos y líquenes. El suelo de la tundra es muy rico en nitrógeno y fósforo y contiene grandes cantidades de biomasa almacenada en forma de metano en el permafrost, el suelo helado, que se convierte en un sumidero de carbono.
Debido al calentamiento global el suelo de la tundra se está descongelando, y de este modo el ciclo del carbono del permafrost se acelera y se libera gran parte de estos gases de efecto invernadero contenidos en el suelo a la atmósfera, creando un ciclo de retroalimentación que a su vez aumenta el cambio climático.
LOS BOSQUES SE COMEN LA TUNDRA
En las regiones frías del mundo, las consecuencias del cambio climático son especialmente evidentes. En el Ártico, la temperatura ha aumentado unos dos grados centígrados en los últimos 50 años, más que en casi cualquier otro lugar. Esto también tiene consecuencias para la vegetación única de la región polar. Si el calentamiento global no se limita con rigurosas medidas de protección del clima, a mediados del milenio sólo podría quedar algo menos del 6% de la superficie actual de la tundra siberiana en el noreste de Rusia. El estudio ha aparecido en la revista eLife.
Esto sería una catástrofe para la flora y la fauna autóctonas. Los investigadores utilizaron un modelo que les permitía representar los cambios de la línea de árboles hacia la tundra a nivel de individuos. Esto demostró que las temperaturas más cálidas han hecho que el bosque de alerces siberiano se expanda hacia el norte a un ritmo de unos 30 kilómetros por década. Así, la tundra, limitada al otro lado por el océano Ártico, seguirá reduciéndose hasta desaparecer casi por completo de la escena a mediados del milenio.
Los investigadores también elaboraron un modelo de lo que ocurriría si las medidas de protección del clima consiguieran mantener el calentamiento global por debajo de los dos grados centígrados. En este caso, también se perdería una gran parte de la tundra, pero probablemente se podría salvar alrededor de un 30%. Sin embargo, esto se limitaría a dos zonas muy separadas en la península de Taimyr, en el oeste, y en Chukotka, en el este.
La tundra siberiana alberga numerosas especies animales y vegetales que se han adaptado a las condiciones climáticas extremas a lo largo del tiempo. Entre las primeras se encuentran los renos y los abejorros árticos, mientras que en las especies vegetales destacan la raíz de plata blanca y la amapola ártica.
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