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Si en estos años algunos pasajeros han tenido la sensación que había más turbulencias en los vuelos, estaban en lo cierto. Los pilotos lo iban avisando y ahora los científicos han puesto datos a esta realidad: efectivamente, hay más turbulencias. Según una extensa investigación de un grupo de científicos de la Universidad de Reading en Reino Unido, en los últimos 40 años, en las rutas intercontinentales más traficadas han aumentado las turbulencias de aire claro. Se trata de las turbulencias más difíciles de sortear porque no pueden ser detectadas por los radares de bordo. Provocan muchos sobresaltos durante los vuelos, molestias y sustos a los pasajeros y también hacen más complicado el trabajo de los pilotos.
La explicación se debe - como no - al aumento de las temperaturas del planeta. El cambio climático está afectando el comportamiento de la corriente en chorro, la autopista atmosférica que los aviones aprovechan para reducir el tiempo de vuelo. A pesar de no representar un riesgo para los vuelos - los pilotos están entrenados para gestionarlas y los aviones construidos para resistir a tensiones mucho más fuertes - aumentan el riesgo de incidentes entre al pasaje y la tripulación, además de provocar un sobrecoste en mantenimiento. Un factor que en las compañías aéreas tendrán que abordar en los próximos años porque - según estos estudios - las turbulencias, podrían afectarán aún más los vuelos transoceánicos.
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